lunes, 12 de enero de 2009

Milisegundos


EL dependiente, un joven al que le quedan un par de años de trabajos forzados para llegar a mileurista, suda tinta. Está intentando explicarle a una señora la diferencia entre dos ordenadores portátiles, uno de ellos 300 euros más caro que el otro porque su procesador es "unos milisegundos más rápido". ¿Y mi hijo notará la diferencia?, pregunta ella, un tanto acongojada. ¡Por supuesto, señora!, dice él con total convicción. Al final, la mujer se lleva el más veloz, y su hijo ahora podrá bajarse de internet películas guarras y los trabajos de la ESO a velocidad de la luz.
No sé cuándo se produjo el cambio, pero hoy en día todo aquello que necesita minutos o segundos para funcionar está obsoleto. Hasta el amor, algo que exige sosiego, se hace a todo meter, y perdón por la expresión. En los tiempos que corren, si nos pusieran un timbre en la oreja podríamos circular por el carril moto sin entorpecer la circulación. Y eso no es vivir.

No lo digo yo, lo dice esa gente que ha decidido tomarse la vida con parsimonia y se han agrupado en el movimiento Slow, una corriente que defiende la cultura de la lentitud en toda actividad humana, ya sea comer, trabajar o relacionarse.
Leo su manifiesto y los últimos años de mi vida pasan ante mis ojos como un suspiro. Estoy allí, sentado en la cama de mi hija leyéndole cuentos de un minuto o agrupando varios para ahorrarme tiempo: Blancanieves y los tres enanitos, la cigarra y el cerdito con botas... ¡Qué ridículo!
Pero prometo cambiar, es uno de los propósitos que me he hecho para este comienzo de año. Por ejemplo, este fin de semana he preparado un programa perfecto: ayer fuimos toda la familia caminando a comprar una plancha y hoy domingo haremos en casa comida caliente. Todo un planazo.

jrodriguez@deia.com

2 comentarios :

Josetxu dijo...

¡Hostias, me has acojonao!

Anónimo dijo...

No estoy muy de acuerdo con tu artículo Milisegundos.
La verdad es que el ordenador caro que compró la señora, mañana, ya estrá obsoleto. Así que hizo bien.
Estamos metidos en la maratón, y no podemos salir.
Si no hubieras ido con tu familia a comprar esa bonita plancha el sábado, te la habrían quitado de las manos. Hoy; irías hecho un Adán, a trabajar.
Si utilizas treinta minutos para hacer el amor, en vez de 10 minutos coma doce segundos, ... te sentirás agotado al día siguiente.
Te imaginas qué sería contar a tu hija los cuentos tal y como son? Tú te dormirías antes que ella. Sin contar el mal rato que le harías pasar a la pobre: La madre de Bambi; muere. El lobo, se come a la abuela. Blancanieves... envenenada. Qué tristeza! Haciéndo un resumen, rápido, puedes evitarte las desgracias, y contar solo lo bonito.
Lo de la comida caliente, espero que sea a base de microondas. No serás capaz de malgastar gas, al precio que está, no?

Venga, anda; corre, corre........

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