Las eléctrica celebrando que tienen al Gobierno cogido por los watios
SE veía venir. En este mundo de comida ultrarrápida, ordenadores hiperveloces y coitus interruptus, los embarazos de nueve meses no dejan de ser un residuo del pasado, un símbolo de la ineficiencia de años pretéritos en los que la humanidad tenía tiempo para todo. Incluso para pensar. Ahora, al que no se espabila le quitan la vez en la cola del paro y por eso los bebés se lanzan de cabeza a la vida, muchos de ellos sin red, sin pan y sin patera.
Puede que a alguno le falte un hervor, pero eso no debe considerarse una carencia habida cuenta de lo lejos que han llegado los miembros de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales, que pronto serán creados in vitro para que sus madres no se cojan la baja por maternidad.
En el hospital de Basurto, que de niños sabe un rato, se han preparado para recibir el chaparrón de prematuros que les cae encima, algunos tan repipis que nacen llorando en tres idiomas y con el EGA aprobado. Las instalaciones son muy modernas y eficientes y en cualquier esquina puede salir una enfermera preparando un biberón como si se tratara de la novia de Tom Cruise mezclando cócteles en la película Cocktail.
Hay que optimizar todo y también los partos, que tras la subasta que se han montado las eléctricas dar a luz se ha puesto a un precio prohibitivo y hay que desconectar rápido las lámparas del quirófano. Qué desgracia. Ahora que veíamos la luz al final del túnel, no vamos a poder pagarla.