lunes, 4 de mayo de 2015

¿Es posible discutir de forma civilizada en una tertulia?

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¿Cómo serían las discusiones de los foros de internet si las protagonizaran personas serias y civilizadas? Belén Cuesta y el equipo de Buenafuente han hecho el experimento con el tema de la supuesta homosexualidad de Justin Bieber y les ha salido esto:


viernes, 3 de abril de 2015

La Orquesta vegetal de Viena y el Rock de la col


Su sonido es igual de sabroso para los oídos que para el paladar. La única Orquesta de las Verduras del mundo, cuyos instrumentos construyen con hortalizas, es una de las opciones más saludables para un rato de relax. Las zanahorias se transforman en flautas, los puerros en violines, las berenjenas en algo parecido a las castañuelas, las fibras del ruibarbo en arpas y las calabazas y otros tubérculos en tambores y cajas de percusión.


 Empezaron a tocar con instrumentos hechos de hortalizas como una broma y ahora la Orquesta de Vegetales de Viena es reconocida a nivel mundial por ser única en su clase.
Con la trayectoria y la experiencia que tiene este grupo ha logrado determinar qué hortalizas suenan mejor en cada país, ya que depende de la temperatura y humedad del ambiente. Han dado cerca de 214 conciertos y constan en la edición 2014 del libro de los Récord Guinness del mundo, según publica su sitio web www.vegetableorchestra.org. Tienen diversos estilos musicales. 

En el vídeo explican su espectáculo y en este enlace, puedes escuchar uno de sus últimos discos:  Onionoise.  

 Onionoise. Portada del disco de La Orquesta de las Verduras

No te pierdas el "Rock de la col"

viernes, 20 de marzo de 2015

Photoshop no casa con los novios










Si no eres especialista, ni lo intentes. Puedes romperte las piernas cuando choquen con el bate de beisbol del novio...

miércoles, 4 de marzo de 2015

Bollywood: pero, ¿qué fuman estos guionistas?

Me gustaría fumar lo que fuman los guionistas, la verdad














lunes, 2 de marzo de 2015

El orden, la virtud de los mediocres


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SUELEN decir que el orden es la virtud de los mediocres y, como cada año por estas fechas, me dispongo a ser lo más mediocre posible. Aunque no soy de los que colocan las verduras alfabéticamente en el frigorífico: acelgas, berenjenas, calabacines, champiñones, y así hasta las zanahorias, me gusta mantener organizado el caos que me circunda. 
Para este año he elaborado un detallado plan y me he puesto como meta tener la casa estructurada de tal forma que: A) Pueda encontrar un objeto grande en un intervalo no superior a los siete minutos: por ejemplo, una maleta, la aspiradora, la cama. B) Consiga localizar un objeto pequeño en no más de siete horas: el cepillo de dientes, una linterna, el sacacorchos. C) Descubra lo que necesito urgentemente como máximo en siete días: la pomada antiquemaduras, las tarjetas del banco, el papel higiénico. 
Para ello, he dividido la vivienda en diferentes áreas de actividad: zona de alimentación, de audiovisuales, de descanso, de intimidad, etc. El siguiente paso será evitar que los objetos propios de cada una de ellas invadan la colindante. Así, por más que los ajos necesiten un sitio oscuro y con poca humedad, y que el cajón de los calcetines reúna esas condiciones, no volveré a guardarlos juntos. 
Espero tener más suerte que el año pasado, cuando preparé un organigrama similar y lo perdí a los pocos minutos de haberlo terminado. Estaba en el retrete y todavía me pregunto qué coño hice con él.
Josetxu Rodríguez

domingo, 1 de marzo de 2015

Vuelven los gorrones


UN gorrón clásico era como un kamikaze: oteaba el horizonte y fijaba su objetivo con precisión de láser, hacía un par de vuelos rasantes para reconocer el terreno y, cuando detectaba tu flanco más sensible, se lanzaba en picado y te soplaba 40 euros con dios sabe qué cuento chino. Normalmente, no volvías a verle y perdías el dinero, aunque 40 euros es un precio razonable por quitarse a un pelmazo de encima. 
Con el tiempo, los gorrones han evolucionado y perfeccionado su estilo, sobre todo con las tarjetas y el dinero de plástico. Ahora es más difícil conseguir una cantidad razonable en billetes, por lo que se han especializado en otro tipo de sablazos: -"¿Te importa pagar la comida?". -"¿Qué pasa, no tienes tarjeta?". -"La tengo en el taller para que le cambien el aceite". Los gorrones tarjeteros, como podríamos denominarlos, no le hacen ascos a nada y se quedan impertérritos ante la canceladora del metro esperando a que pagues la ronda: -"¿Y tu billete?". -"Lo tengo en la cartera, pero por no sacarla...". 
Me referiré, por último, al gorrón fumador. Poblaban las anchas praderas de oficinas funcionariales, periódicos, despachos, bares y fábricas. Eran alegres y pizpiretos y te daban conversación mientas te saqueaban los cigarros. Algunos ofrecían pitillos a los presentes, por supuesto, de tu paquete. El precio del tabaco les ha puesto al borde de la extinción. Concretamente, el último que vi tenía mal color e intentaba pedir socorro mientras un fumador empedernido le apretaba el cuello con las dos manos.
Josetxu Rodríguez
@caducahoy

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