Faltan Maseratis

Un servidor, estoico más por necesidad que por naturaleza, no se ha creído lo de la crisis hasta hace un par de días. Me llegaban noticias de ella a través de la Cope, emisora que sintonizo por las noches, ya que tengo archicomprobado que sus ondas ahuyentan a los mosquitos, amén de a otros seres más evolucionados.

"¡Los comedores sociales -claman sus locutores desde el micrófono-hisopo- se han llenado de clase media, de viudas, de jubilados a quienes la pensión no les llega ni para hacer el sopicaldo!" "Las hordas de parados asaltan las oficinas del INEM", explican los tertulianos. "Los restaurantes cierran para convertirse en locutorios", certifican los oyentes que entran en antena. Y un menda les escucha como quien oye llover, más interesado en su función insecticida que en su discurso apocalíptico.

Pero, en medio de la verborrea, el viernes dieron un dato esclarecedor que me dejó estupefacto y desasosegado: "Las ventas de Ferraris y Porsches han caído a la mitad en Galicia". Jooooder. A la mitad. En Galicia. Con las toneladas de dinero negro que se trasiegan por allí y los capos han dejado de comprar Ferraris. Si la cosa estaba chunga, ya no puede estar más chunga, pensé.

En todas las crisis anteriores nunca bajaron las ventas de Rólex, ni de yates, al contrario. Las crisis y las guerras han servido habitualmente para amasar fortunas. Pero si esto ha cambiado, está claro que el capitalismo está obsoleto y hay que refundarlo. En eso deben andar los líderes mundiales, que van con el culo prieto de acá para allá. No es para menos. ¿Qué país puede soportar que sus multimillonarios conduzcan un Maserati de la temporada pasada? Necesitan un plan renove. Y el capitalismo también.

Josetxu Rodríguez