Según explican, si no compramos un coche nuevo este verano, no sólo somos unos mezquinos antipatriotas sino que enviaremos al paro a decenas de miles de trabajadores que dependen de su salario para adquirir lavadoras y televisores de 42 pulgadas. Y si esto ocurre, ellos enviarán al paro a otros tantos empleados de estas empresas que, a su vez, no podrán salir de vacaciones ni comer paella en los chiringuitos, lo que causaría dos efectos catastróficos para el país: un éxodo masivo de camareros y cocineros hacia la meseta que alteraría el equilibrio demográfico de la zona, y una sobreabundancia de gambas y camarones por falta de depredador, que terminarían atacando a los bañistas para poder alimentarse. ¿Se lo imaginan?
Mi vehículo apenas tiene seis años, pero como se le ha estropeado una ventanilla y me dicen en el taller que es más caro arreglarla que comprar uno nuevo, he decidido claudicar y ayudar así a la economía y por extensión a la Renault. Claro que tendré que sacar a mi hija del colegio y darle yo las clases por la noche, pero querer es poder.
A fin de cuentas, este es un país de gente endeudada hasta las cejas que conducen 4x4 para pasar el fin de semana en el apartamento de Noja. Esos sí que son solidarios. Si todos consumiéramos como ellos, seríamos una potencia mundial y no unos mindundis como ahora.
Josetxu Rodríguez
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