domingo, 3 de febrero de 2008

Unas nike bajo la cama

ES sorprendente la cantidad de hombres maduros de cierta posición que, a punto de jubilarse, deciden abandonar a sus esposas para largarse con jovencitas lactantes que les llevan a patinar al parque y a ver un concierto de los Fito y los Fitipaldis.
Cabría preguntarse qué es lo que ven las lolitas en los hombres de sienes plateadas que no ven los brattpit en las mujeres maduras. ¿Por qué es relativamente frecuente encontrar abuelos con parejas que parecen sus nietas y no a mujeres de “taitantos” con efebos de esos que no se cansan nunca?
Las almas cándidas dicen que las ninfas, más que seguridad económica o posición social, buscan la protección de la edad, aunque mi vecina afirma –no sin razón– que esa protección también la brindan los jubilados de Euskalduna y no conoce a ninguno emparejado con una veinteañera.
Sentada la base de que a cierta edad a muchos les tienta la posibilidad de encontrarse unas Nike bajo la cama, sólo me cabe la explicación de que los hombres alardean cuando hacen este tipo de conquistas mientras que ellas prefieren disfrutarlo con discreción; salvo casos como el de Liz Taylor o Zsa Zsa Gabor que se casaron ocho veces ganándose así la fama de devoradoras de hombres. Como alguien dijo: «Eso les pasa por querer hacer las cosas de forma decente y casarse con los hombres con los que se acuestan». Otras hicieran los mismo y se las recuerda como pudorosas princesas de Mónaco.
Josetxu Rodríguez

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