Si se la deja, la gripe se cura sola. Basta una semana de reposo en el caso de los jefes o de tres días en el de los indios, para que el afectado salga fortalecido de cuerpo y mente y con ganas de seguir batallando en los campos del señor.
A los devotos de la religión gripal los vapores del eucalipto nos colocan y nos permiten navegar a bordo de una cama por un océano pañuelos de papel. ¡Qué vicio, compañeros!
Con un poco de fiebre, la cosa es aún mejor, y el duermevela pone a tu alcance la posibilidad de hacer puenting sin cuerda, representar Hamlet en pelotas en el Palacio Euskalduna o huir de un gorila que lleva en la mano tu fotografía pringada de carmín. Emociones fuertes a cualquier hora del día o de la noche, y después un sopicaldo y vuelta a empezar. Sábanas limpias, lectura, fotografías antiguas y silencio. Qué lujo, el silencio... La gripe no es una enfermedad, es un retiro espiritual en el que la persona madura y evoluciona.
Ahora un medicamento pagano quiere acabar con ella para que produzcamos más a tenor de embrutecernos. Impidámoslo y reivindiquemos la gripe como uno de los derechos inalienables del ser humano. Griposos del mundo ¡contagiémonos!
Josetxu Rodríguez
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