viernes, 28 de agosto de 2009

El vicio solidario



HAY que fumar por patriotismo. Aunque no te guste. Este país no puede permitir que un grupo de adictos al aire puro se cargue la hostelería, la Seguridad Social y las pensiones de un plumazo y tire por la borda las bases de la Euskadi del bienestar por la que tanto hemos luchado. En plena crisis económica y con la gripe A a la vuelta de la esquina, dejar de echar humo no es una opción.

Podría impartir una conferencia sobre el tema, pero bastan unas pocas operaciones aritméticas para darse cuenta de que la propuesta del Gobierno para impedir fumar en lugares públicos ha de ser fruto de una insolación. Veamos: un fumador típico está entre 30 y 40 años encendiendo pitillos. Si calculamos que gasta una cajetilla al día, al final de su vida habrá consumido casi 11.000. El resto de la cuenta es fácil: 11.000 cajetillas, a 3 euros por cajetilla, suponen 33.000 euros, de los que 30.000 son impuestos. ¿Me siguen?

Ahora viene lo bueno. La mayor parte de los fumadores mueren de infarto de miocardio fulminante a temprana edad, por lo que su consumo sanitario es muy reducido. Así que esos 30.000 euros, sumados a lo que se ahorra en su pensión la Seguridad Social, da un remanente que sirve para atender de forma adecuada al resto de los pacientes y pensionistas más partidarios del alcohol, por poner un ejemplo. Sin el tabaco, queridos amigos, el sistema sanitario público se vendría abajo en un par de años. Esto va a misa.

Otra tanto sucedería con la hostelería. ¿Quién en su sano juicio quiere entrar en un pub, restaurante o bar en donde puedas verte la cara de forma nítida y no a través de ese velado esfumato que nos oculta las arrugas como a Sara Montiel y nos hace parecer más jóvenes e interesantes? Sólo los que son jóvenes e interesantes de por sí, y con esos no se hace suficiente caja. Además, ¿alguien se ha parado a pensar a qué olerían las discotecas cuando se deje de fumar en ellas? Hasta es posible que esos efluvios sean más mortíferos que la nicotina.

Josetxu Rodríguez

3 comentarios :

MariClick dijo...

Si es que nos tienen marginados. Una pena... con lo rico que me sabe a mí el cigarrito de después de comer.

Josetxu dijo...

Y después de lo otro, ni te cuento

Unknown dijo...

Pues yo despues de "lo otro" me fumo hasta 20 cartones.....joio

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