LA niña se ha echado un noviete de 20
megas en Tuenti. Tiene conversación inteligente, gustos afines y
disponibilidad total hasta altas horas de la madrugada. Pese a que son
menores de edad, charlan en la cama de lo divino y lo humano, se envían
frases de amor y dibujos manga ocultando bajo las sábanas el resplandor
de sus portátiles. Están tan colgados el uno del otro que su aspecto se
vuelve mustio cuando se alejan de un punto wifi. Solo los sms les ayudan
a vivir entre conexiones.
Comparados con esta relación virtual, los
compañeros del colegio carecen de interés. Son, según dice la niña,
demasiado reales y previsibles. Fútbol, botellón y el ranking de tetas.
Con ellos se aburre como una ostra. Por eso le llaman friki, aunque, en
realidad, es una de las otaku que andan por ahí buscando almas
gemelas amantes del manga, el anime y los videojuegos de culto. Su novio
es igual, vive a mil kilómetros y tiene los ojos achicharrados por las
pantallas. Los viernes queda con los amigos en una plaza. Deciden el
juego y forman los equipos. Acto seguido, regresan a sus casas,
encienden el ordenador y se meten en Call of Duty a matar
enemigos hasta el domingo por la noche, cuando salen de su cuarto para
cenar.
La semana pasada uno no volvió de una de las misiones. Igual fue
hecho prisionero como la niña de Poltergeist o sigue buscando a sus
amigos por los desolados campos de batalla de Afganistán. Su madre está
muy preocupada porque no llevaba una muda limpia. Por el bien de la
niña, espero que no fuera su novio.
1 comentario :
Los paraísos del internet, pueden resultar artificiales, aunque en algunos casos menos dañinos que el mundo real. Aunque como en la vida real todo se equipara al propio grado de idiotez del sujeto.
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