QUERIDO hijo: aprovecho este rato para contestar las cuestiones que me planteas desde tu exilio noruego, donde supongo estás disfrutando del Erasmus. Efectivamente, tal y como sospechas, no creo que la lavadora sirva para hacer fabada para tus 14 compañeros de clase. El tambor sí tiene el tamaño apropiado y casi seguro que la temperatura de 60 grados sería suficiente para cocer las fabes, pero el centrifugado convertiría todo en papilla. ¿Tiene programa para prendas delicadas? Si es así, prueba y me cuentas, porque si funciona, me compraré una para el txoko. No obstante, antes de iniciar el experimento, acuérdate de sacar la ropa blanca, ya que las manchas de chorizo son muy difíciles de quitar.
Con respecto a tu segunda pregunta te diré que los garbanzos no hay que pelarlos, lo que me induce a pensar que el cocido lo hiciste con cacahuetes. Fíjate más la próxima vez. En cuanto al ruidito que oyes cuando comes huevos se debe, casi con toda seguridad, a que no has quitado la cáscara (esa cosa blanca que los recubre). Te dará un poco más de trabajo, pero merece la pena. Es cuestión de organizarse. Te sugiero que el domingo frías una docena de huevos y, acto seguido, los congeles. Luego puedes sacar cada día dos y calentarlos con la tostadora de pan. También he preguntado y no podemos enviarte tarteras por correo porque la comida llegaría fría. Tu madre se niega a llevártelas en persona porque es propensa a los sabañones. Espero haberte servido de ayuda. Te queremos... pero lejos.
Josetxu Rodríguez
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