A la niña se le dan muy bien las
matemáticas, por eso suspende todos los exámenes. Le resultan tan
fáciles las ecuaciones, integrales y derivadas, que las resuelve
mentalmente y luego le da pereza transcribir los desarrollos al papel,
que regresa casi en blanco a manos del profesor. Esa es la explicación
que les da a sus aitas, que difiere bastante de la del tutor. Este dice
que la jovencita se pasa las pruebas controlando la lluvia de fotones
que desciende desde la lámpara fluorescente hasta las dos musarañas que
dormitan junto al paragüero, lo que demuestra que está especialmente
dotada para la física cuántica, la biología y la contemplación en un
convento de clausura.
Los aitas, que no entienden los nuevos baremos de
créditos y cualificación estudiantil, no saben si castigarla hasta final
de curso o comprarle un caballo. Por eso, han hablado con el profesor
de física, que ha corroborado lo dicho por el tutor y asegura que la
niña es tan educada que también podría despuntar en educación física, y
que está encantado de tenerla en clase, sobre todo, comparándola con ese
alumno que se mete en el armario ropero a fumar y no sale hasta que
suena el timbre del recreo y el que se desnuda y se pone a tomar el sol
que entra por la ventana.
Dicho lo cual, a la pareja de progenitores
solo le queda la opción de esperar a final de curso para saber si tienen
en casa a una futura Premio Nobel o a una fracasada escolar cum laude.
Qué tiempos, oiga.
Josetxu Rodríguez
3 comentarios :
jajajajaa que sarcasmo tan fino! jajaja me he reido mucho!!
Gracias Gary por tu fidelidad bloguera je je
Tremendamente acertado.
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