Los jefes de Antxon, tan chapados a la antigua como él, también renegaban de las nuevas estrategias que aconsejaban jornadas intensivas, conciliación familiar y, sobre todo, buscar la eficacia por encima de la permanencia en el puesto de trabajo. Estaban acostumbrados al cafelito, las largas comidas de empresa con mus y carajillo, y a las reuniones de última hora. Su misión era que todas las sillas estuvieran ocupadas a las ocho de la mañana y también a las ocho de la tarde, por supuesto, con el mismo culo. Por eso valoraban tanto la actitud de Antxon, a quien nadie veía llegar ni marcharse. Ya fuera invierno o verano, él siempre estaba en la pecera del rincón, tecleando con un dedo en su viejo ordenador y sacando punta a los lápices. Allí le encontraron el día en que decidieron prejubilarle y entregarle un MP4 en reconocimiento a sus 40 años de dedicación. Llevaba varios días muerto parapetado tras la pantalla. A la tumba se llevó las claves de acceso a las cuentas de la "caja b". ¡Qué cabrón!
Josetxu Rodríguez
1 comentario :
Es cierto, creo que lo leí en su día. Puede que no sea cierto, pero con las 65 horas cada vez es más verosímil.
Salud2
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