He realizado bastantes catas del antigripal en los últimos días y en absoluto me han dejado satisfecho. Si bien su color, con tonalidades ambarinas, sigue dando la talla, no puedo decir lo mismo de su disolución, un tanto anticuada comparada con la del Efferalgan, cuya tormenta de nieve acompañada de siseo y burbujas saltarinas es todo un espectáculo capaz de transportar a una mente febril a paraísos alpinos inexplorados. En nariz, ambos se comportaron de forma similar: no huelen a nada. En cuanto a la embocadura y el retrogusto, esperaba más de la clorfenamina, el dextrometorfano, la polividona y el sorbitol, pero pasaron por mi garganta sin dejar rastro. Curiosamente, lo mismo que unos callos con chorizo que comí después. La experiencia, no obstante, me permitió catar unos estupendos antiácidos y antivomitivos de los que les hablaré otro día. Cuídense.
Josetxu Rodríguez
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