miércoles, 12 de marzo de 2008

El síndrome informático


A relación con un informático puede afrontarse de dos maneras: o se le apuñala a los pocos minutos de conocerle o simplemente uno termina convirtiéndose en su esclavo de por vida. Los informáticos son seres mutantes que poseen el don de comunicarse con los millones de microprocesadores que nos rodean. Esta cualidad les convierte en una especie de sacerdotes del chip que sólo rinden pleitesía a Bill Gates o al dios Macintosh. Para las empresas son tan necesarios como temidos, ya que no sólo pueden enfrentarse a un huracán informático sino también provocarlo. Estas sibilas del disco duro no se rigen por las leyes del mercado, no tienen horario ni lenguaje inteligible, no se sabe cuándo están trabajando a destajo o pensando en la lista de la compra. Se sientan ante un ordenador moribundo y lo resucitan con sólo mirarlo fijamente o tocan una tecla y dejan sin luz a media ciudad. Ellos son así. No hay baremo para chequear su eficacia. Si les caes bien, con un golpecito convierten tu pantalla en un ferrari que vuela por las autopistas de la información. Si les caes mal, tu ferrari chapoteará en una ciénaga rodeado de errores que te harán perder el tiempo y la paciencia. Creo que ni ellos mismos saben cuándo su magia funciona porque se alegran tanto o más que tú tras solucionar un problema. Pese a ello, el departamento informático de cualquier empresa siempre es apreciado y querido, tanto o más que aquellos secuestradores de Estocolmo...
Josetxu Rodríguez

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