Tiene 25 años y está indignado. No es para menos. Durante todos esos años ha estado viviendo en el domicilio familiar a cuerpo de rey. Sus padres, dos trabajadores sin cualificación, le están pagando la carrera de Derecho, le han comprado un coche a plazos y le dan todo lo que puede necesitar un joven. Pero no es suficiente. El muchacho necesita más dinero y les pide para sus gastos 400 euros mensuales. Como se han negado, ha presentado una demanda contra ellos en un juzgado de Málaga.
Sus progenitores, que han tenido que comparecer ante el juez, han explicado que su hijo todavía está en primer curso y que solo ha aprobado tres asignaturas. Que le compraron el coche para incentivarle, pese a que solo han recibido malos tratos psicológicos e insultos. Ahora quieren que su hijo se vaya de casa porque consideran que puede valerse por sí mismo, ya que durante un tiempo estuvo invirtiendo en Bolsa. En esta ocasión, el juez les ha dado la razón y en 30 días el joven tendrá que abandonar el domicilio, eso sí, con la condición de que, durante dos años, le paguen una pensión mensual de 200 euros para que la entrada en el mundo real le sea más llevadera.
No sé si el "pequeñín" recurrirá ahora a la Unicef o se irá a dormir a un cajero, pero lo que no cabe duda es que es una barbaridad echar a un hijo de casa a los 25 años, cuando habría que hacerlo a los 20. Y para eso no hace falta un juez, sino un spray desparasitador.
Josetxu Rodríguez
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