Ni el hombre invisible podría ganarse la vida de titiritero (Foto Josetxu)
ANDAN los titiriteros desesperados. La crisis arrecia y la gente no se rasca el bolsillo para recompensar su arte. Así que uno pasea por El Arenal o por el muelle de Ripa y en lugar de escuchar el discurso de presentación del espectáculo callejero, lo que oye es un panegírico en el que se increpa al personal. "Los que no vayan a echar nada pueden aprovechar para ir al váter... y ojalá no tengan papel", dice uno blandiendo un cesto en el que cabría un cerdo y dos si son pequeños. Y la gente se ríe nerviosa, hace que llama por el móvil o se vuelve como si estuviera buscando a alguien.
Algunos argumentan la bronca con acento porteño: "Miren, nosotros no somos pobres. Si lo fuéramos, estaríamos con una lata en la mano a la puerta de la iglesia. Nosotros somos artistas y vivimos de nuestra espectáculo. Así que no nos jodan echándonos las monedas que les sobran en el bolsillo porque nos están ofendiendo. Qué menos que dos euros por el rato que les estamos haciendo pasar, que un katxi vale cuatro. Si no pueden permitírselo, también pueden aplaudir, pero preferimos los euros, pibes". Más claro, agua.
Desconozco cuál será la nómina de estos cómicos de la legua que se juegan las alubias sobre el asfalto, pero sus caras son todo un poema cuando retiran lo recaudado. Si alguien está leyendo esta columna, puede que aún esté a tiempo de acercarse a El Arenal y sentirse un mecenas y, de paso, levantar un poco el pabellón de una ciudad que dice beber champán en lugar de agua pero que permite que sus juglares no lleguen a fin de mes.
Además, tal y como va la economía, quién sabe si el año que viene no somos nosotros lo que estamos dando volatines en la acera para ganarnos el pan.
Josetxu Rodríguez
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