viernes, 10 de mayo de 2013

El lanzapatatas o patatov, el arma de los pobres


EL patatov o bazuca patatera ha llegado a Euskadi para sumarse a las plagas bíblicas que nos asolan: la avispa asiática, el mejillón cebra y los leggins agujereados, entre otras. El artilugio, que lleva años dando vueltas por el mundo y cuyos efectos están inmortalizados en cientos de vídeos en internet, consiste básicamente en unos cuantos tubos de PVC de distinto grosor que, por medio de un espray y un encendedor de cocina, permiten poner una patata en órbita o, en su posición tierra-tierra, ingresar a los vecinos en el hospital con un severo patatús. 
El artefacto, que podría considerarse el primo de zumosol del cóctel molotov, lleva camino de convertirse en el AK-47 de las gamberradas si antes no se lo queda la Ertzaintza para modernizar su armamento. Idea poco descabellada si tenemos en cuenta el ahorro en pelotas de goma que podría suponer el afán recolector de tubérculos que tienen los alaveses. En el caso de querer utilizarlo para uso civil, resultaría muy práctico para plantarlas sin tener que cavar el agujero. 
La verdad es que no se me ocurre mayor sinergia para crear una industria de armamento civil y militar completamente ecológica. Junto a las utilidades descritas, cabe explorar otras con mucho futuro, ya sea lanzar las basuras poco reciclables a los territorios vecinos o desarrollar bombas antidisturbios con proyectiles de racimo (patatas bravas picantes, por ejemplo). La guerra tuberculosa tiene mucho futuro para un pueblo emprendedor.
Josetxu Rodríguez 

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