Rodeada de aguas turquesas, la isla griega de Zakynthos posee la tasa
de ciegos más alta del mundo. Tiene, además, otra peculiaridad: entre
ellos hay taxistas, técnicos del ayuntamiento y cazadores de aves.
Evidentemente, es un fraude que les sirve para cobrar una pensión de 362
euros al mes y que acaba de ser descubierto por The Wall Street
Journal. Hecha la inspección, apenas 50 de los 700 eran invidentes. Es
una imagen de Grecia que nos llevaría a escándalo si no fuera porque
tenemos a un paso el expolio de los Eres en Andalucía y otros muchos que
no merece la pena nombrar.
Este hecho coincide en el tiempo con el suicidio ante el Parlamento
heleno de Dimitris Christoulas, un farmacéutico jubilado de 77 años
acosado por los recortes que decidió pegarse un tiro en la sien para no
dejar deudas a sus hijos. Su carta de despedida ha conmocionado al país.
“Mi supervivencia se basa en una pensión que he pagado durante 35 años
sin ninguna ayuda del Estado. No me veo rebuscando entre la basura para
conseguir mi sustento”. Y concluye: “Algún día, los jóvenes sin futuro
tomarán las armas y colgarán a los traidores de este país en la Plaza
Syntagma, al igual que hicieron con Mussolini”. No sé con cual de las
dos noticias se quedarán aquellos que prometieron “refundar el
capitalismo”, pero yo no estaría tan seguro de que todos los
desesperados vayan a seguir los pasos del pobre Dimitris. Quizás
decidan apuntar en otra dirección…
Josetxu Rodríguez
Josetxu Rodríguez
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