martes, 26 de febrero de 2008

Vuelve el aquí te pillo, aquí te mato


DICE LA REVISTA «Clara», esa especie de vademecum femenino donde los hombres nos enteramos de lo poco que sabemos de las mujeres, que vuelve la moda del... cómo lo diría yo...del aquí te pillo, aquí te mato.
Explican en el reportaje que la relación sexual sosegada compuesta de ojitos de besugo, cámara lenta, luz de velas aromatizadas, música en plan Sade y tal y tal, ya ha dado todo lo que podía dar de sí. Ahora lo que se lleva es el «ven aquí y verás París». Sin preámbulos, en plan Enmanuelle azafata y vuelo transoceánico o el cartero siempre atiza dos veces.

Argumentan que esta forma de darle al sexo mandamiento tiene grandes ventajas: es estimulante, espontánea, se conoce gente y se ven nuevos paisajes, mucho mejor que un viaje organizado.

Me asombra la frialdad con que esta publicación del diablo aborda un tema tan delicado para lo hombres. Sobre todo para aquellos que se han pasado años memorizando las teorías de la energía orgásmica de Wilhelm Reich, haciendo mapas de zonas erógenas y organizando expediciones hasta el punto G, más difícil de encontrar que las fuentes del Nilo. ¡Cuánto trabajo desperdiciado!
Ahora resulta que tu pareja te pide que entres en el probador para que le digas cómo le queda la minifalta y cuando diez minutos después sales completamente despeinado te suelta: ¡Cariño, nunca antes me habías hecho tan feliz! ¿Nunca antes?, piensas para ti. Eres capaz de impartir un master de sexología en la universidad de California, recitas párrafos enteros de "El Zen y el arte de amar" y posees el cinturón negro en yoga tántrico y resulta que alcanzas la plenitud como amante en la planta joven de El Corte Inglés. Si se enterara la dirección de los almacenes, cobraría la entrada en los probadores.
Josetxu Rodríguez

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